miércoles, 22 de febrero de 2012

Blanco o negro

Otra nebulosa se cierne sobre mí. ¿Por qué hacemos las cosas fáciles, difíciles? ¿Tan difícil es hablar, expresarse y no ser mal entendido? ¿Por qué somos tan impulsivos?¿Por qué tenemos miedos? ¿Por qué...? No tengo respuestas a tantas preguntas. En vez de disfrutar de cada cosa, pienso una y mil veces lo que hago o lo que voy a hacer, y aún pensándolo, me equivoco. Mil y una veces cometo errores. Y encima está la conciencia, que si haces algo mal, te lo recuerda y no te deja vivir en paz. Cuando parece que todo marcha bien, te levantas por la mañana descansado, afrontas tu día como bien puedes, subes, bajas, coges el transporte público, te relacionas con la gente, trabajas, entras, sales, sufres un revés. Un instante se puede convertir en algo peligroso. Y no solo a nivel accidental sino nosotros mismos con nuestros actos podemos hacer que las cosas cambien repentinamente. Está claro, antes de actuar hay que pensar, porque nuestra "amiga" la conciencia es como un programa que no compila y nos saltan millones de errores. Entonces ¿qué hacer? Seguir el río de la vida. No pensar tanto y dejarse llevar. Pero siempre con cabeza.

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