lunes, 31 de enero de 2011

Mañana de sol, tarde de penumbra.

Hoy estuve hablando con un amigo, el cual me contaba su última experiencia. Tenía "cita" para revisar su examen final de matemáticas de este primer semestre. Me contaba por teléfono la frialdad que los profesores habían tenido a la hora de "revisar" ( si es que se puede llamar así) su examen. Quedamos para tomar algo y así me lo contaba con tranquilidad.

A las 5 de la tarde estábamos en la Puerta de Sol de Madrid, rodeados de gente que iba y venía a las cafeterías, centros comerciales, tiendas... Nos decidimos por tomar un café y un pequeño pastel,  no para celebrar la revisión de su examen precisamente sino para celebrar el buen rato que estábamos pasando juntos. Hacía tiempo que no nos echábamos unas risas tranquilos. Me comentó su pérdida de tiempo al haber tratado inútilmente de intercambiar su opinión con el corrector, el cual ni se molestó en escucharle. Sólo le aportó un papel en el cual escribir sus alegaciones. Después tuvo que salir del despacho de forma desagradable, pues él fue muy amable en invitarle a salir fuera.

Nos despedimos quedando en que otro día nos veríamos porque había que repetirlo. Me dirigí a coger el transporte público pensando en mi amigo. Menos mal que llegué pronto a casa. Estaba cansada. Sólo deseaba sentarme un poco y escuchar una música tranquila. Había sido un bonito amanecer pero el sol se estaba tornando muy oscuro a última hora de la tarde.

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