domingo, 20 de febrero de 2011

Nuevos horizontes

Parece mentira que un día descubramos que la vida no es como creíamos de pequeños. Empezamos a darnos cuenta de que aunque pidas perdón, no siempre te lo conceden, que las heridas que duelen realmente son las del corazón y no un simple arañazo, que no te van a regalar nada y que lo que quieras conseguir lo tienes que hacer por tu propia cuenta, sin ayuda de casi nadie. Y digo casi porque siempre tenemos cerca a los que nunca nos fallan, a nuestras familias y a nuestros amigos, los que no entran dentro de la definición de "gente". Estos días están siendo para mí de los más importantes de mi vida.

Cada mañana, cuando me levanto, no sólo aprendo una cosa más sino que también tengo que poner en práctica habilidades para mí hasta ahora desconocidas como por ejemplo sonreír cuando no te queda otra, para no resultar desagradable o "borde", mientras que siendo niño mis actos quedaban por sí solos justificados: " Es sólo un niño". Podía hacer todo lo que quisiera ya que mi responsabilidad se veía trasladada a otros

Por fortuna, no todo resulta malo. El niño deja a un lado sus "caprichos" materiales y los cambia por los del alma. Se convierte en más importante el amor a los demás que incluso a uno mismo. Queremos gustar, y cuando lo hacemos y congeniamos con los demás, el mundo se torna maravilloso.

Es increíble el efecto que una sola persona puede provocar sobre nosotros. Quiero darle las gracias a esa  persona , que se está convirtiendo en una de la más importantes de mi vida y, y de la cual me acordaré siempre, por hacerme pasar estos últimos días unos ratos inolvidables. ¡Ojalá todo siga así! Es lo único que deseo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario