domingo, 25 de septiembre de 2011

Amor

Estaba tumbada sobre el suelo mullido de la lluvia. Los caballos trotaban por la pradera. Corría el  viento fresco por entre las ramas de los robles, con un ruido maravilloso. No era un ruido, era música, pero una música que nunca aburre y que la necesito cada vez más para evadirme. El agua, que con la llegada del otoño caía resbalándose por entre las piedras, provocaba un sonido parecido a una nana. Yo sólo oía "cla, cla, cla, cla, cla, cla".  Me abrazabas. Sentía ese calor profundo a mi lado. Menos mal que estabas ahí porque necesitaba tu calor. El silencio entre nosotros se convertía en largas conversaciones en las que nos entendíamos mejor que si estuviésemos hablando. Tus ojos me miraban con una claridad impresionante. No necesitaba nada más. Quería dejarme llevar y no volver nunca a la vida real..


No hay comentarios:

Publicar un comentario